En primer lugar hacemos el puré. Para lo cual, pelamos las patatas, las picamos y las ponemos a cocer en una cazuela con agua y un poquito de sal. Las cocemos durante 20 minutos aproximadamente. Luego las escurrimos y las pasamos por el pasapurés (si no tenemos pasapurés, las trituramos a mano, tampoco pasa nada). Una vez tenemos toda la patata bien desecha, las regamos con un chorrito de aceite, y añadimos el pimentón picante y perejil picado. Mezclamos todo bien y reservamos.

A continuación vamos a laminar los dientes de ajo y a cortar las cebollas y la zanahora en juliana fina. Ponemos un chorrete de aceite virgen extra en una sartén, doramos los ajos y añadimos la cebolla y la zanahoria. Dejamos que se pochen y cuando esté todo pochadito, rayamos una manzana, la añadimos a la cebolla y la zanahorai y rehogamos durante 5 minutos más.

En paralelo podemos ir haciendo la salsa. Para lo cual, ponemos un vasito de caldo y un vasito de sidra en un cacito a reducir durante unos 10 minutos. Para espesar un poquito la salsa, diluimos maizena (2 cucharaditas de café) en dos dedos de agua y lo añadimos a la mezcla. Reducir hasa que coja la consistencia deseada.

Ahora le toca el turno al solomillo... ¡oh, gran solomillo!.
Lo salpimentamos y los doramos en una sarten con un poquito de aceite.

Y por fin llegó la hora de emplatar...

Cogemos un platito de estos monos, llanos, preciosos y en el fondo ponemos las verduritas pochaditas. Colocamos un par de rodajitas del solomillo encima. En un extremo del plato, ponemos el puré ya sea con la ayuda de un molde, de una manga pastelera o simplemente a pelo... y por último regamos con la salsa. ¡Delicioso!. Es sencillo y está de rechupete. Probadlo... ya me decís.

Y para que veais como queda, aquí teneis la tan codiciada foto.

Hasta pronto...